miércoles, octubre 29, 2008

VIUDO

VIUDO


Estirado en la cama te espero,

hoy he caminado sin descanso,
llueve y empieza a hacer frío
ahora que el Otoño arrecia

estoy cansado.

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Estirado en la cama te espero,

hay un vecino que cada noche
olvida para que sirve el botón
del volumen de su mando

estoy insomne

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Estirado en la cama te espero,

el colchón se ha deformado
de un lado, en Navidades
compraré uno nuevo sin ti.

Estoy olvidando

.......................................
Estirado en la cama te espero,

No lo olvides
tengo miedo
no reiré más.

Estoy leyendo


lunes, junio 09, 2008

EL HILO


EL HILO
HiloEl hilo musical

En la oscura noche, allí donde el cenit
era un suspiro azul, oí una tenue voz.
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advertí la felicidad de poderte oír, amar.

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cogí siete versos el ocho de Junio
y me deslicé en la noche más oscura
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SENTADO ESPERO

SENTADO ESPERO

Sentado te espero, que el sol apuñale la noche,
he caminado solo entre burbujas leyendo versos,
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quiero estar sobrio para decirte
que te quiero, que eres el poema
escondido que siempre he buscado.

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Cada mañana te espero sentado
en el sinuoso borde del abismo
antes de saltar para sólo vivir.

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RECORD

RECORD

He escrit un vers i m'he caigut al final
quan he posat el punt i final, no sabia
on era, perquè darrere d'aquell punt
moria una part de mi que mai tornaria
a sentir davant del mateix temps.
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Cada fulla acabava amb un punt.
El final i l'inici tot junt, els llibres
passadissos cap a la màgia de viure
sense temps ni espai al cap.

Records, imaginació, poesia.
Punts finals penjats del cel,
la memoria mai peruda.

TOROS

Las plazas de toros son soles aplastados sin relieve,
caros Blu-rays rallados por la sangre de piratas-toreros
sin derechos de autor que llenan de iracunda vanidad
a quienes alimentan la locura, plazas llenas de espadas.

Hay quienes no vacilan en matar tras las fiestas de luces,
asesinar tras los siniestros augurios esquizofrénicos
de tardes con soles caídos en ruedos de obscena violencia.
Culturas turbadas en momentos de macizo de dolor.

Percibimos sufrimiento, castigo y mortificación sin medida
como excusa para reír delante del espejo, del súbito engaño
a una ofuscación reclamada sin ningún tipo de vergüenza.
Seremos desgraciados eternamente por confundir la tortura
con el respeto, con la caricia, con la concordia, con la risa.
Somos envenenadamente pedantes sin rectificación posible.

La humildad de ser inteligentes, la olvidamos entre capotes,
verónicas, medias verónicas, puntillas. faroles y estocadas.
Nos escondemos del miedo sin remedio matando a los hijos
de Pesifae, sin saber que quizás fuesen los hermanos de Creta .
Los minotauros deben correr entre piedras dentro de nuestra
imaginación lejos de la presencia del rey Minos en Grecia.

El ruedo suda procesiones obscenas que transcurren entre
compases de pasodobles y redobles de condenados tambores
ignorando el lamento de toros con miradas de vidrio quebrado.
Los ojos rojos llenos de rabia piden clemencia a nuestra alma.

La honestidad dormita mancillada entre los corazones de quienes
sólo procesan tormento olvidándose de la obligación de no matar
delante de un entregado público borracho de vino y pasodobles
que calla el dolor de quienes vinieron al mundo sólo a vivir.

Las tragedias nacionales alimentan tanta impotencia presente
en la conciencia de aquellos que tienen buitres negros suicidados
en sus miradas pesadas y humilladas en festejos de puñales.
Están podridos y colmados de inmundicia, su fétido hedor
hecho voluntad, la cobardía como un olor que invade todo.

El lamento y las lágrimas del toro son gotas de sangre,
que pesan demasiado en cabezas llenas de pura ausencia
y se tatúan en la arena amarilla atravesando el sol vencido
como pesadas canicas de plomo incandescente caídas desde
el cielo colapsando el núcleo del “ deus sol invictus, Helios”

La humanidad calcinada por una luz sin volumen nos
encadena a un sol humillado como un Blue-ray rallado.
La pena será luz vaporizada en densa ceniza eterna.

Gotas de dura vergüenza, gotas de sangre que traspasan
nuestra cordura como si fuesen un frágil colchón de látex
relleno de lágrimas calientes que fermentan nuestro pecho.

Nubes cargadas de golpes con escondidos besos encendidos,
caricias lascivas por doquier en un mundo hueco y estridente,
canículas sin sentido. Ósculos ignorados y descuidados
en un suspiro como una vida sin pretexto para seguir.
Instantes perdidos en idiotas ratos de tedio y exterminio.



En el ruedo a lo lejos veremos sobre una roca al astado
que permaneció sentado como un pobre diablo cornudo
del que se mofan y burlan de heridas de espalda mojada.
Entre estertores la furia se respira en rabia encendida,
dolor por cada banderilla clavada en su negro lomo,
latigazos que le obligan a bajar el cuello, la cabeza
roza el suelo llena de vergüenza por aún vivir
delante de tanto cruel verdugo sin ninguna piedad.
Golpea con el hocico el suelo con un gemido mudo
ahogado por tanto tormento soportado en su fiesta.

Muere de una pérfida y afilada estocada,
abandonando su cadáver ángeles negros
que nos condenan a la miseria más eterna.